Articulo original de Omer Havana:
Desde que llegué al país del Angkor Wat, la búsqueda de personas o realidades que me recuerden a mi madre patria siempre ha sido una de mis prioridades. Quizás sea la gran distancia que separa España del país asiático, pero ha sido aquí donde más he sentido la necesidad de reencontrarme con mis raíces latinas.
Camboya es el séptimo país donde vivo, y las escasas posibilidades de entablar una conversación en el idioma de Cervantes, es una más de las frustraciones que añadir a las muchas que he encontrado en los tres años que llevo residiendo en este país olvidado. La comunidad española en este momento se compone de varias decenas de personas, la mayoría de ellas residentes en la capital Phnom Penh. Sin embargo, en la ciudad de los templos de Angkor, se pueden contar con los dedos de una de las manos las personas que provienen de la Península Ibérica.
Cual fue la sorpresa que me llevé a los pocos meses de llegar a este país, cuando alguien me comentó que pocos años después de la “Invasión Asesina de América” por las carabelas de Cristóbal Colón, un tal Blas Ruiz llegó a ser nombrado Gobernador de una de las provincias de la Cochinchina. No hace muchos días esta historia volvió a mí, con el libro de Javier Nart, “Viaje al Mekong”.
Mapa de la Cochinchinia. |
Blas de Ruiz y el descubrimiento de Angkor
Aunque no es hasta mediados del siglo XIX, cuando en Occidente se supo de la existencia de los templos de Angkor, gracias al explorador francés Henri Mouhot. 300 años antes, los españoles ya habían desvelado la belleza y majestuosidad de los legendarios templos. El honor de ser los primero europeos en poder admirar la grandiosidad de Angkor, perteneció a los misioneros españoles, Gabriel Quiroga de San Antonio y Diego Aduarte, quienes ya narraban en sus cartas dirigidas al rey Felipe III a principios del siglo XVII, las experiencias vividas en Camboya por aventureros españoles llegados a ese reino a finales del XVI en busca de fortuna y nuevos territorios para la Corona de España.
Corría el año 1567, cuando los primeros misioneros llegaron a Siam (Tailandia), fueron los dominicos Jerónimo de la Cruz y Sebastiao do Canto, aunque fueron asesinados solo dos años después de su llegada. Pero fue en 1592 cuando encontramos al que probablemente es el español más famoso de los que hemos intentado buscar una nueva vida en este país tan alejado de nuestros hogares.
Se llamaba, Blas Ruiz de Hernán González y había nacido en La Calzada, provincia de Ciudad Real. Blas de Ruiz, marchó a América de muy joven donde se casó con una mujer muy adinerada. Con la fortuna pero sin la mujer, se desplazó a Filipinas, donde compró un navío, reclutó una tropa con su dinero, y se marchó a Camboya en busca de riqueza y poder. En su primer viaje Ruiz marchó a Lovek (antigua capital de Camboya al sur de Phnom Penh) donde conoció a Diego Veloso, un mercenario portugués, nacido en Amarante, al servicio del rey Satha de Camboya. Mientras estaban allí, Lovek fue invadido por tropas del reino de Ayutthaya, Siam.
Reproducción de Loveck. |
Detenidos por las tropas siamesas en 1593, fueron separados y Veloso se convirtió en rehén real mientras los otros tres fueron encerrados en un “junco chino” con destino Odia, antigua capital de Siam, con parte del botín del saqueo de la ciudad de Phnom Penh . Ambos convencieron a la tripulación china para robar el botín del barco, ayudados por prisioneros camboyanos exterminaron a la guardia siamesa y pusieron rumbo a Malaca (Malasia). Allí intercambiaron luchas y opiniones con los chinos y tras su victoria enfilaron hacia Manila, con un valioso botín y muchas menos personas para repartirlo.
Junco Chino. |
Mientras tanto, el Rey de Siam, viendo que no llegaba el junco con los tres prisioneros se dejó convencer por Diego Veloso, para despacharlo a Manila y que averiguase el paradero del junco desaparecido. Al llegar a Manila se encontró con Ruiz donde urdieron la idea de volver a Camboya para restaurar al rey Satha en su trono de Lovek. Así ambos convencieron al gobernador de Manila, Luis Dasmariñas, para fletar una expedición a Camboya, y así zarparon el 19 de enero de 1956, con un barco al mando de Juan Juárez Gallinato, y dos juncos gobernados por Ruiz y por Veloso con 120 hombres y tres dominicos en tarea evangelizadora: fray Alonso Jiménez, fray Diego de Aduarte, futuro cronista de la empresa, y el lego Juan de Deza, barbero y cirujano. Subieron por el río Mekong hasta Chordemuco (hoy Phnom Penh, capital de Camboya), donde encontraron un país dividido en distintas facciones y gobernado por un nuevo rey, Anacaparan. Al ir a desembarcar, los soldados les amenazaron con matarles, pero Ruiz y Veloso no se dejaban asustar fácilmente, esperaron a la noche, saltaron a tierra, incendiaron el palacio, matando a un gran número de personas entre las que se encontraba el nuevo Rey.
Mapa de Siam. |
Veloso y Ruiz perseguían la idea de seguir en la conquista de Camboya, por lo que pidieron a Juárez Gallinato que les desembarcaran en la costa de Cochinchina, Juárez Gallinato accedió y ambos aventureros se dirigieron por tierra a Alachan (Lant-Chang, hoy Vientiane, capital de Laos). Al llegar allí supieron que Praincar Langara el rey Camboyano en el exilio y sus dos hijos mayores habían fallecido, quedando el hijo pequeño su madrastra, su abuela y sus tías.
Convencieron a la familia real para ir a la conquista y recuperación del trono de Camboya, con la ayuda del Mandarín Ocuña-Chu, 6000 laosianos, y los jefes Lacasamana, y Cancona. Bajo el mando de Ruiz y de Veloso, consiguieron poco a poco someter las distintas provincias y sujetar a los mandarines, acabando por coronar y restituir al rey legitimo en su trono. En premio a su audacia y valentía la familia real les nombró gobernadores de las provincias de Tran y Bapano.
Aunque pronto las luchas por el poder volvieron, las envidias por la posición política de Ruiz y Veloso dieron lugar a ataques contra los españoles, hasta que un día las fuerzas de Laos atacaron el cuartel español, matando a un fraile y algunos de los japoneses que habían venido con ellos desde Manila. Ruiz y los suyos decidieron vengarse matando a Cancona y a algunos mandarines.
La situación política y el poder de los dos “mercenarios”, condujo a frecuentes enfrentamientos entre españoles y malayos. El conflicto se generalizó, los malayos y la muchedumbre se lanzaron sobre españoles portugueses y japoneses. Acorralados, murieron todos a excepción de Juan de Mendoza que consiguió hacerse al mar y huir a Manila para dar cuenta de lo sucedido.
Después de muertos los españoles, el rey fue asesinado y el país quedo en la absoluta anarquía. Y así, sin haber obtenido al final ninguna ventaja política o comercial, acabaron las expediciones españolas al reino de Camboya.
Muchas son las historias y leyendas en torno a Angkor, sirviendo de inspiración para algunos versos del insigne poeta español Luis de Góngora, incluso se dice que estos relatos de los primeros aventureros españoles en la Cochinchina, sirvieron de base para uno de los episodios del Quijote, de Miguel de Cervantes.
A los historiadores les sorprende que inscripciones y documentos hallados en Camboya, donde reina la pauta oriental de la indiferencia hacia la historia, recojan las aventuras de Ruiz y Veloso, a quienes presentan como «hijos adoptivos de Satha». En recuerdo de los españoles un grupo de camboyanos levantó en 1934, en la salida de Neak Luong, ubicada en la carretera que une Phnom Penh con la frontera vietnamita, un sencillo monumento en honor de aquellos aventureros capitaneados por Ruiz y Veloso.
Monumento a Ruiz y Veloso. |
Haciendo de nuevo referencia al libro de Javier Nart, y reproduciendo con exactitud sus palabras, “Hay una novela escrita por Ruydiard Kipling de la que se ha hecho una notable película: El hombre que pudo reinar. Esa hubiera podido ser también la historia de Blas de Ruiz y su amigo portugués”.
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